Apenas María
Apenas María (Fragmentos)
A los amigos.
Sí, “Borges” dice cuando se refiere a él, como si los años de intimidad no hubiesen podido roer ese muro silencioso y enigmático que rodeó a uno de los más célebres y perfectos escritores de nuestro tiempo. Ese "Borges" que retumbaba en tono porteño y que, a algunos, nos estremecía al recordar que esa misma voz supo ser la extensión de sus ojos cuando “una terca neblina le borró las líneas de la mano” y “la tierra fue insegura bajo sus pies”.
Íntimamente hubiese querido que me reconociera, sin conocerme por supuesto. Digo, mirar en mí a otro Borges, no física ni estéticamente, sino como heredero de sus gustos, sus manías, su extraña forma de ver el mundo: la admiración es una especie de mimetismo, de ahí este excéntrico afán que no es más que simple vanidad. Pero no, no fuimos capaces de reconocernos en una delgada coincidencia. Esa desazón llamada espanto.
La esposa de Borges era apenas María, una mujer delgada, tibia, un poco tonta (a juzgar por sus respuestas) y sentimental, exasperantemente sentimental.