domingo, octubre 23, 2005

La circularidad de la palabra

Habiendo Dios terminado de crear al mundo, pensó en buscar entre los seres uno que reinara sobre los demás. Tomó al más indefenso, lo dotó de inteligencia y lo obligó a emplearla hasta imponerse sobre las demás especies.

Maravillado de esta hazaña, quiso recompensarlo:

- Te daré un arma soberbia, con ella podrás hacer de la nada un mundo y de todo un universo. De ahora en más, todo lo que digas existirá. ¡Hágase en ti La Palabra! declaró el Padre. Inmediatamente, el espíritu santo descendió sobre él y lo colmó con su gracia.

El hombre, temblando, levantó su rodilla del suelo, miró hacia el firmamento y con voz en cuello gritó: ¡Dios!

1 comentario:

Anónimo dijo...

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